En la oscuridad nada está quieto
















LO QUE ESTÁ QUIETO
Dirección, composición sonora y lumínica: Jona Valdivieso, Panamá
Intérpretes: Jona Valdivieso, Ana María Suárez, Ángel Adames, Boris Alvarado, Carla Lozano, Josías Díaz
Understudies: Abigail Rodríguez, Linda Sánchez
PRISMA–Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá (12/10/2025)


Por Dionisio Guerra

Domingo, cuatro de la tarde. La función de Lo que está quieto está por comenzar. Hay tres chicos acostados en el piso del escenario en posiciones que recuerdan a aquellas siluetas que se pintan con tiza en una escena del crimen. Pero estos chicos están muy despiertos; incluso mueven sus dedos y sus extremidades con movimientos minúsculos que, sin embargo, cualquiera puede notar. También sus ojos están muy abiertos. Tal vez por eso el público ha estado muy atento a ellos mientras espera.

Cuando tal parece que la pieza inicia, se escucha a través de los altavoces una advertencia inusual. Se pide al público que ponga en modo avión sus celulares, ya que se ha detectado que algunos dispositivos que usan bluetooth pueden interferir con la tecnología utilizada para su desarrollo.

El artista Jona Valdivieso, a cargo de la dirección, composición sonora y lumínica de la obra, es un especialista en la fusión de tecnología a favor de la danza. Lo que le ha permitido una interesante exploración sobre cómo reacciona el cuerpo en movimiento a sensores de luces y sonido, y a partir de esto crear espectáculos danzarios que hemos podido presenciar en otras ediciones de Prisma–Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá. Por eso, la advertencia no solo previene, también promete.

Las luces se apagan. La sala queda totalmente oscura. Entonces, un estruendo, y entre el público se levanta un letrero que dice «Lo que está quieto», que con su pequeño resplandor deslumbra el Auditorio Herbert de Castro de la Ciudad de las Artes. La iluminación vuelve a desaparecer y entonces se toma el escenario. Los tres bailarines que antes parecían agonizar ahora se mueven con una fuerza exorbitante, tanta y tan rápido que parecen fundirse.

Un hombre, Jona, entra y acomoda las luminarias a la medida de cada cuerpo. Interactúa con las líneas que los reflectores crean en el piso y esas interacciones producen sonidos únicos, que juntan acordes y dan a su vez los compases de la pieza. Hay estruendo y relámpagos. Hay flashes y sonido de flashes. Hay apagones. Y silencios. Es destacable la participación del talento joven de Ángel Adames, Boris Alvarado y Josías Díaz, quienes incluso asediados por la oscuridad «no dejaron de moverse».

Las escenas cuentan episodios de descubrimiento. Cuentan de las ansias y el abuso de poder, de la necesidad de atención, de la carencia y el desinterés. La iluminación dibuja escenarios conocidos, pero también absurdos. La iluminación podía trazar caminos en el piso y las paredes, pero también encerrar y oprimir a los intérpretes en sus haces. La iluminación fue protagonista, pero también antagonista.



Ficha técnica ampliada: JONA VALDIVIESO (PANAMÁ) | Lo que está quieto - PRISMA


Recorrido iconográfico con fotos de Raphael Salazar














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